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No era más que un zorro semejante a cien mil otros, pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo...

martes, 10 de noviembre de 2009

Las buenas historias comienzan por el principio...

Pero Alicia ya se había acostumbrado tanto
a esperar que no sucedieran más que cosas insólitas
que le parecía muy aburrido y estúpido
que la vida siguiera como siempre....
¡¡¡ Echa ratones en el té y saluda a la reina Alicia con treinta veces tres!



Nunca olvidaré mi primera espicha.

Para aquellos que sea cual fuere el motivo del desconocimiento de lo que es una espicha, os diré mis desafortunados amigos que se trata simplemente de una fiesta al aire libre, con música y por supuesto mucha bebida, permítanme añadir una mención especial a la sidra en honor a mi patria, ya que si el buen tiempo acompaña tal y como era este caso, obtenemos una espicha en condiciones óptimas. Ésta era una fiesta embargada por lo que un señor catedrático llamaría un DAU (Delicioso Ambiente Universitario) y así es como comienza toda esta historia, la cual aun no se con que adjetivo calificar. Aquí empezó realmente mi vida universitaria así como una serie de sucesos, coincidencias, catástrofes, incidentes y todo tipo de peculiares situaciones que marcan una trayectoria singular, y que todavía hoy en día siguen produciéndose dando lugar a una historia que merece la pena ser escrita.

Allí estaba yo, rodeado entre una multitud desinhibida de la cual yo no formaba parte. Lo siento pero como ya dije: era mi primera espicha, y me tocaba en esos momentos escuchar a mis camaradas teniendo una épica conversación acerca de sus conquistas. Gemelas acróbatas, bañeras con espuma, afrodisíacos... no recuerdo muy bien por donde iban los tiros pero personalmente creo que ni Brad Pitt (dios de las mujeres) se atreve a soñar cosas así.
Miré mi reloj tratando de calcular cuanto tiempo me iba a quedar y cuando levanté la vista, sucedió lo que probablemente fue el primer acontecimiento inesperado que yo recuerdo. Cuando esos ojos de color de miel se posaron en mi, el tiempo pareció detenerse, fui victima de una maldición o tal vez de una bendición, aun no lo se, pero seguro que algún tipo de encantamiento cayó sobre mi, al menos mi suerte ya no es la misma.
Se acercó a mí y preguntó:
- ¿Puedes escanciarme un poco de sidra?
Mi respuesta no pudo ser más desafortunada.
- Lo siento, pero no se escanciar.
A pesar de mi sonrisa ella no disimuló su decepción y replicó.
- Que soso eres.
Entonces ella se fue por donde había venido y con su grácil caminar se perdió entre la multitud. No supe reaccionar pero finalmente lo hice, salí en su búsqueda tras unos dubitativos momentos tal como Alicia siguió al conejo en el País de las Maravillas.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Dentro del compendio de ideas incongruentes que es la entrada aplaudo tu buena prosa y una increible capacidad de enganchar en tan pocas letras, estoy gratamente sorprendido...no sabia ese don tuyo, tengo la boca mas abierta que celia blanco trabajando.

    Siento romper la magia del blog, pero tanto simil con Alicia en el País de las Maravillas estaba convirtiendoos en dos sucesores de Garcia Lorca

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